Esta publicación de nuestro Ayuntamiento en su página de Facebook recientemente me ha parecido interesante y oportuna:
"Manten limpio el municipio" es el lema de nuestra última actuación en el municipio.
Con la llegada del
buen tiempo y la estabilización de la pandemia en nuestro municipio, el
Ayuntamiento está llevando a cabo la colocación de papeleras en las zonas de
más tránsito de niños. Esta semana, la actuación se ha centrado en el paseo
General Brizuela y el parque municipal.
Es la primera de las numerosas actuaciones que se llevarán a cabo en
todos los espacios públicos de nuestra localidad.”
Y es que siempre había visto con envidia cuando he viajado
por algunos países, de Europa sobre todo, la limpieza que presentaban las
calles de la mayoría de sus localidades, ya fueran grandes ciudades o
minúsculos pueblos y claro que no debía ser por la actuación de los servicios
municipales solamente, sino porque los ciudadanos en estos países son
conscientes de que la colaboración ciudadana es esencial para mantener su
comunidad en condiciones de estética y salubridad y a nadie, tenga la edad que
sea, se le ocurre tirar nada al suelo, tanto sea en el entorno urbano como en
el campo. Se trata, creo yo de concienciación, de no tener que pensarlo, de que
guardarse el papel o la bolsa en el bolsillo para arrojarlos en la primera
papelera o contenedor que encuentre sea un acto reflejo. Esto es fruto de
muchos años de práctica, de ser la consecuencia lógica de algo que vimos a
nuestros padres y vecinos y que verán nuestros hijos y nietos. Se trata de
llegar el momento en que no sean necesarias las campañas municipales.
Desde la época en que en nuestros pueblos se tiraba la
basura en el campo aprovechando que se iba a laborar con el carro hasta que
empezó a funcionar el servicio municipal de limpieza (en Minglanilla con la
recogida en carro por Valentín “el Balsas”) pasó mucho tiempo. En aquella época, sin embargo no había tantos envases de
plástico y el vidrio se reciclaba cambiándolo por otro producto o vendiendo el
envase. Lo que se arrojaba al campo, en gran medida se degradaba, aunque no
todo. Ahora todo lo que arrojamos al campo, a la calle, a la cuneta de la
carretera permanece allí a no ser que algún servicio público se encargue de
limpiarlo. Además es completamente innecesario porque gozamos de un muy buen servicio
de recogida de basuras y no existe excusa alguna que nos salve de la vergüenza
propia o ajena.
Claro que hemos cambiado mucho, que poco a poco hemos ido
modificando esos malos hábitos pero para ser sinceros aún tenemos recorrido
para mejorar.
Todavía tenemos bolsas de basura danzando al viento en calles y caminos, todavía tenemos enseres arrojados al campo o al solar urbano, todavía hay camiones que sueltan a las cunetas las botellas con el líquido amarillo.
La afición al ciclismo que va en aumento en nuestros pueblos
quizá sea uno de los revulsivos para preocuparnos más del medio. Sobre dos
ruedas disfrutamos del paisaje, nos sentimos integrados en la naturaleza, y por
supuesto nos salta a la vista los residuos que nos hacen sentir culpables
aunque no hayamos sido precisamente nosotros los que hayamos degradado nuestro
medio y nuestro prestigio.
Claro que es necesaria la intervención de las administraciones
para dotar de suficientes medios nuestros pueblos y ciudades, para arreglar los
caminos y carreteras; pero ¿quién duda que esto no sirva de mucho sin la
implicación directa y comprometida de cada uno de nosotros, de nuestros hijos y
allegados, de todos y cada uno de los ciudadanos?
Es hora de presumir de pueblo ante nuestros visitantes y
amigos y en las redes sociales, pero es hora de hacerlo con razón. Es hora de
sentirnos parte de un proyecto común que es necesario cuidar, nuestro pueblo, nuestro entorno. Es
hora de practicar la responsabilidad colectiva necesaria, como ya nos ha
demostrado la pandemia como imprescindible para recuperar salud y economía.
Quizá pueda parecernos que las campañas de concienciación no
sirven de mucho pero ahí tenemos los cambios en la gente dispuesta a vacunarse
que pasó de un 40% a un 72% y ahora se cifra en un estupendo 94% merced a las
campañas favorables a la vacunación por parte de administraciones y
organizaciones científicas.
Nuestro Ayuntamiento ha lanzado la campaña en un momento
oportuno y está poniendo medios a nuestro alcance. No dejemos nuestro prestigio
tirado en la cuneta.