miércoles, 19 de mayo de 2021

¿NUESTRO PRESTIGIO EN LA CUNETA?

 


Esta publicación de nuestro Ayuntamiento en su página de Facebook recientemente me ha parecido interesante y oportuna:

"Manten limpio el municipio" es el lema de nuestra última actuación en el municipio.

Con la llegada del buen tiempo y la estabilización de la pandemia en nuestro municipio, el Ayuntamiento está llevando a cabo la colocación de papeleras en las zonas de más tránsito de niños. Esta semana, la actuación se ha centrado en el paseo General Brizuela y el parque municipal.

Es la primera de las numerosas actuaciones que se llevarán a cabo en todos los espacios públicos de nuestra localidad.

Y es que siempre había visto con envidia cuando he viajado por algunos países, de Europa sobre todo, la limpieza que presentaban las calles de la mayoría de sus localidades, ya fueran grandes ciudades o minúsculos pueblos y claro que no debía ser por la actuación de los servicios municipales solamente, sino porque los ciudadanos en estos países son conscientes de que la colaboración ciudadana es esencial para mantener su comunidad en condiciones de estética y salubridad y a nadie, tenga la edad que sea, se le ocurre tirar nada al suelo, tanto sea en el entorno urbano como en el campo. Se trata, creo yo de concienciación, de no tener que pensarlo, de que guardarse el papel o la bolsa en el bolsillo para arrojarlos en la primera papelera o contenedor que encuentre sea un acto reflejo. Esto es fruto de muchos años de práctica, de ser la consecuencia lógica de algo que vimos a nuestros padres y vecinos y que verán nuestros hijos y nietos. Se trata de llegar el momento en que no sean necesarias las campañas municipales.

Desde la época en que en nuestros pueblos se tiraba la basura en el campo aprovechando que se iba a laborar con el carro hasta que empezó a funcionar el servicio municipal de limpieza (en Minglanilla con la recogida en carro por Valentín “el Balsas”)  pasó mucho tiempo. En aquella época, sin embargo no había tantos envases de plástico y el vidrio se reciclaba cambiándolo por otro producto o vendiendo el envase. Lo que se arrojaba al campo, en gran medida se degradaba, aunque no todo. Ahora todo lo que arrojamos al campo, a la calle, a la cuneta de la carretera permanece allí a no ser que algún servicio público se encargue de limpiarlo. Además es completamente innecesario porque gozamos de un muy buen servicio de recogida de basuras y no existe excusa alguna que nos salve de la vergüenza propia o ajena.

Claro que hemos cambiado mucho, que poco a poco hemos ido modificando esos malos hábitos pero para ser sinceros aún tenemos recorrido para mejorar.


Todavía tenemos bolsas de basura danzando al viento en calles y caminos, todavía tenemos enseres arrojados al campo o al solar urbano, todavía hay camiones que sueltan a las cunetas las botellas con el líquido amarillo.

La afición al ciclismo que va en aumento en nuestros pueblos quizá sea uno de los revulsivos para preocuparnos más del medio. Sobre dos ruedas disfrutamos del paisaje, nos sentimos integrados en la naturaleza, y por supuesto nos salta a la vista los residuos que nos hacen sentir culpables aunque no hayamos sido precisamente nosotros los que hayamos degradado nuestro medio y nuestro prestigio.

Claro que es necesaria la intervención de las administraciones para dotar de suficientes medios nuestros pueblos y ciudades, para arreglar los caminos y carreteras; pero ¿quién duda que esto no sirva de mucho sin la implicación directa y comprometida de cada uno de nosotros, de nuestros hijos y allegados, de todos y cada uno de los ciudadanos?

Es hora de presumir de pueblo ante nuestros visitantes y amigos y en las redes sociales, pero es hora de hacerlo con razón. Es hora de sentirnos parte de un proyecto común que es necesario cuidar, nuestro pueblo, nuestro entorno. Es hora de practicar la responsabilidad colectiva necesaria, como ya nos ha demostrado la pandemia como imprescindible para recuperar salud y economía.

Quizá pueda parecernos que las campañas de concienciación no sirven de mucho pero ahí tenemos los cambios en la gente dispuesta a vacunarse que pasó de un 40% a un 72% y ahora se cifra en un estupendo 94% merced a las campañas favorables a la vacunación por parte de administraciones y organizaciones científicas.

Nuestro Ayuntamiento ha lanzado la campaña en un momento oportuno y está poniendo medios a nuestro alcance. No dejemos nuestro prestigio tirado en la cuneta.

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domingo, 7 de marzo de 2021

MUJER

 


He pensado algo el título de este artículo – homenaje a la mujer. “Mujeres” “La mujer” “Ellas”… y finalmente me he inclinado por el más auténtico y contundente, sin ningún artículo, preposición, adverbio, adjetivo que lo contamine. “Mujer” sin más.

Cuando se habla de la mujer se puede caer en el vicio de la blandenguería o exageración. Los muros de las redes sociales están repletos de ellos. Sentencias de portales al efecto que buscan múltiples compartires o megustaren para obtener beneficios publicitarios y que sin embargo mueven y conmueven los sentimientos de hombres, pero sobre todo de mujeres.

Y no es necesario recurrir a estos tópicos rosas para expresar a la mujer el homenaje que como género humano se merece. Solamente la relegación social y familiar que desde el principio de los tiempos ha tenido y tiene que soportar en beneficio del otro género ya lo justifica. Si a esto añadimos la resistencia social a reconocerlo, aumenta por mucho el escribir humildemente en favor de ellas. Si pensamos en las muchas que se han quedado en el camino de una lentísima igualdad, que no acaba de llegar lo justifica plenamente. Al menos para mí. El ácido sobre los rostros son sobre rostros femeninos, la violación lo es a cuerpos femeninos, la culpa es de esos mismos cuerpos y rostros femeninos. Los masculinos dicen “Sé sumisa”. “No me gusta que en los toros te pongas la minifalda” y otras lindas recomendaciones.

No es necesario tampoco el remitirnos a hechos históricos de agravios constantes y sufrimientos, sino que los palpamos con las yemas de nuestros dedos cada día cuando hojeamos el periódico diario o pulsamos el mando a distancia del televisor o radio para ver y escuchar las novedades, que casi siempre nos trae un 016 sobreimpreso mientras nos relatan los hechos escalofriantes protagonizados por varones enamorados contra sus ciegamente enamoradas parejas. Casi siempre tenemos que oír aquello de que “no existían denuncias previas”. Bien es verdad que un porcentaje de esos varones se ha quitado después la vida, nunca o casi nunca antes. A veces, muchas, esos escalofriantes hechos varoniles han acompañado a agresiones o muertes de sus hijos comunes sabedores de que la mujer es carne del hijo como el hijo es carne de la mujer y que haciéndolo se lo hace a ella multiplicado. Eso, digo pasa ahora mismo, en el momento que estoy contándolo como pasaba en el XIX. Con la diferencia de la actual “insumisión” de la mujer que ha aumentado el derramamiento de sangre inocente y valiente. “Se sumisa” aconsejan algunos sin darse cuenta que la sumisión de siglos no ha cambiado nada. “Invierte el orden” habría que decir al varón herido de orgullo que se inmola tras haber matado a su mujer e hijos. Esto arreglaría algo más, si bien no todo, evidentemente.

Se detiene, juzga y encarcela a las FEME que lucen pechos en las protestas ciudadanas por exhibicionismo y se hace lo mismo con el varón que se exhibe ante otras mujeres o niños para satisfacer su sexualidad sin importarle a quién denigren con ello. Y los jueces equiparan los dos delitos, como si fuera lo mismo.

La mujer sigue sin defenderse suficientemente. Sigue confiando en los demás. No admite que digas que el hombre es un machista impenitente porque te dirá que no todos. “Quiero decir públicamente lo maravilloso y amante esposo que eres y que haces que mi vida sea una felicidad completa” dicen algunas publicaciones en las redes sociales. Mientras, hace la compra y la comida y todo lo demás. El maestro hablará mil veces con la madre de la evolución de sus hijos mientras que no conseguirá conocer personalmente al padre en todo el periodo de escolarización de éstos.

Y además, ella será positiva, llevará el consuelo a la familia cuando lo necesite y callará sus propios desconsuelos mientras pueda.

“Me avergüenzo de pertenecer al género masculino” pienso cuando veo sobreimpreso un 016. “No, no. No lo hagas. Eres necesario, importante. No todos son como aquellos maltratadores y asesinos. Son los menos”. Me dirá alguna, sin por ello disminuir mi sensación de culpabilidad… de género que no de persona, aunque algo también por la sensación de no hacer todo lo que se podría.

Es cuestión cultural. Me volvería a echar un cable para mi descargo alguna

La primera publicación de este artículo en el blog Cajón de Sastre fue el 20 Noviembre 2013

viernes, 5 de marzo de 2021

EL DÍA DE LA MARMOTA


 El último artículo en este mismo blog sobre la Covid-19 terminaba, haciéndome eco de las palabras de Raúl Ortiz de Lejarazu Leonardo, Consejero Científico del Centro Nacional de Gripe de Valladolid con la petición de que en el futuro no invitásemos a nuestra mesa a la Covid-19 nuevamente. Me refería a la gran repercusión que en nuestro pueblo había tenido la tercera ola.

Volvemos ahora a oír sentencias que nos recuerda a la pre-Navidad: “Salvemos la Navidad” se decía entonces “Salvar la S. Santa” se oye ahora. ¿Estamos metidos en un día de la marmota?. Me refiero a la película que en 1993 nos hizo reír con la vuelta una y otra vez en el tiempo aunque si Phil, la marmota  fuese capaz de predecir lo oportuno de estos deseos en vez del tiempo que hará en primavera nos sería muy útil, aunque pienso que realmente no será necesario. Creo que ya aprendimos algo y es que las medidas que adoptamos en nuestras casas y reuniones en Navidad  no fueron suficientes para evitar el batacazo. En nuestras calles se escucha ahora decir que el descenso en casos de contagio que en este momento se reduce a ninguno por tres semanas consecutivas es debido a la conciencia que la ciudadanía ha tomado de aquella situación tan difícil vivida hace muy poco por tantos vecinos.

Según nuestra propia experiencia e independientemente de lo que nuestras autoridades se decidan a hacer con la S.Santa, cabe decir de nuevo que es a nosotros, solo a nosotros, a cada uno de nosotros a los que nos corresponde evitar una cuarta ola. No sabemos si las comunidades autónomas se pondrán de acuerdo o si cada una de ellas irá por libre, pero nosotros deberíamos tenerlo claro: dejar la S. Santa para el año próximo. Claro que las procesiones se van a suspender en todos los lugares, pero la fiesta de Pascua sigue y es un periodo de descanso, de desplazamiento, de reunión, de reencuentro. Aquí es donde tenemos el reto.

Los políticos quieren que estemos contentos, que salvemos la Semana Santa y como la salud es fundamental hacen difícil equilibrio de funambulismo.

Los científicos lo tienen claro. "Es imposible en dos meses llegar a los niveles de nueva normalidad" y permitir los vuelos nacionales. "¿Es que no hemos aprendido nada de las Navidades?", es la cuestión que lanzaba no hace mucho el presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), Tato Vázquez Lima, que confesaba estar muy harto del "ninguneo" a su servicio, que se sirve de voluntarios, y de la estrategia para plantar cara al virus, sobre todo de "las bromas de mal gusto".

Margarita Del Val, prestigiosa epidemióloga que todos ya conocemos por sus comparecencias en prensa ha hecho este anuncio en una entrevista al periódico 20 minutos y ha desvelado cuándo será la cuarta ola de coronavirus en España: "quizás a finales de marzo. Esto se producirá por la coincidencia del valle en la notificación de casos de contagio con la celebración de la Semana Santa: si hemos hecho planes para Semana Santa, no los cambiaremos, nos reuniremos con gente, seguirá haciendo frío y habiendo actividad en interiores, un cóctel peligroso para la propagación del virus".

Si pasase marzo sin repunte importante de contagios y, puesto que la vacunación avanza, si bien no tan rápido como se quiere, pero avanza, la economía estaría más cerca de salvarse que si queremos salvar esa economía estas Pascuas y tuviéramos que aguantar otra dolorosa, letal y dañina cuarta ola.

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lunes, 25 de enero de 2021

HEMOS USADO MAL EL QUESO ESTA NAVIDAD


En este momento estamos inmersos en una espeluznante tercera ola de infección en España y en Europa y estamos pagando dramáticamente las consecuencias de la pasada Navidad. También aquí, en nuestro pueblo, nos llegó.

No es, desde luego, que nos haya pillado desprevenidos. Ya todos lo sabíamos a pesar de que nuestras intenciones hayan sido siempre o casi siempre buenas. Lo hemos tomado como algo inevitable y quizá pensáramos que asumible. Sólo cuando el incremento tan espectacular de casos ha golpeado a nuestros hospitales y centros de salud dejándolos casi cao con los profesionales sanitarios al borde del colapso hemos empezado a dolernos. Sí, porque estamos empezando a conocer casos cercanos en los que lejos de resultar asintomáticos o con síntomas leves como la inmensa mayoría, han sido moderados, graves, muy graves y desgraciadamente en algún caso hayamos perdido a un ser querido.

Todos en la pre Navidad lo sabíamos y llenamos nuestros muros de Facebook y twitter de mensajes de advertencia sobre las medidas, duras medidas que debíamos adoptar en las fiestas y que en ningún caso pasaban por festejar nada, puesto que nada había que festejar. Este blog también se unió ala campaña de buenos propósitos y apostó por el “cero”. Cero contagios que era la marca de partida y que debíamos ser capaces de mantener. Estaba convencido que aunque hubiera medidas legales que cumplir, lo útil estaba en nosotros mismos, en nuestra actitud personal.

Esas mismas redes sociales recogieron después nuestras felices cenas, comidas y roscones con hermanos, hijos, padres, abuelos y nietos. Seguramente lo que permitían las restricciones impuestas.

El queso

En este sentido Raúl Ortiz de Lejarazu Leonardo, Consejero Científico del Centro Nacional de Gripe de Valladolid. Profesor de Microbiología en la Universidad de Valladolid escribía por esas fechas en la prestigiosa revista The Conversation en el artículo : Covid-19: estas navidades, laestrategia del queso suizo :  Tras un año de pandemia, los ciudadanos conocemos de sobra qué hacer y no hacer para evitar el virus. A esas medidas que dependen de nosotros, la estrategia del queso las denomina “responsabilidades personales”. Entre ellas están el uso de mascarilla, la reducción del tiempo de estancia en lugares excesivamente concurridos o la distancia física de seguridad entre nosotros. Todos ellos son buenos ejemplos de dichas responsabilidades.

Pero por sí solas no bastan para disminuir los contagios. Es necesario, además, combinarlas con otras que se denominan “responsabilidades compartidas”. Aquí entran las restricciones de movimientos, los toques de queda, los test en la población y las restricciones de espacios públicos…”

Pero ¿qué es esa “estrategia del queso suizo” que menciona?. Pues él mismo nos dice que se basa en una teoría que ha popularizado el virólogo australiano Ian M. Mackay y que consiste en lo siguiente: “La única forma de contención posible de futuras ondas pandémicas sería aplicar diferentes medidas, admitiendo que ninguna es perfecta. Entonces, sucedería lo mismo que al juntar varias lonchas de queso suizo emental (el de las burbujas interiores): Estas medidas, al igual que el queso, tendrían “ciertos agujeros” por los que podría pasar el virus. Pero al aplicar varias al mismo tiempo, sería más difícil que estos agujeros coincidieran y el virus se mantendría a raya evitando los contagios.”

Admitía que es “una medida sencilla de decir e incómoda de cumplir.”


Todos estábamos de acuerdo en el sacrificio y mirábamos con malos ojos a los que pensaran irse de juerga, pero claro, miramos sobre todo a lo que el autor denomina “responsabilidades compartidas”, las que dictaron las normas,  es decir, no juntarnos más de dos núcleos familiares, airear la habitación, no más de diez personas, lavarnos las manos y otras medidas higiénicas, procurar no situarnos a menos de un metro y medio entre comensales, etcétera.

De esta forma nos podíamos inhibir en las “responsabilidades personales”. Si los expertos nos dicen esto y nosotros intentamos cumplirlo o al menos aproximarnos al cumplimiento, no se nos puede pedir más.

Precisamente esta actitud responsable haya evitado aún más desastre, pero el desastre está aquí de todas formas. Esto es incuestionable.

Las fiestas de Navidad evidentemente no han contado con las suficientes lonchas del queso de agujeros que hubieran permitido taparlos suficientemente. Por el contrario, varios agujeros de esas lonchas han coincidido dejando pasar los virus. Nadie podrá negar que la de la mascarilla cuando se está cenando o comiendo es imposible, por citar un ejemplo. Puede ser que la loncha de la distancia social que supone no haber celebrado la Navidad este año para celebrarla en los que vienen tranquilamente hubiera sido suficiente. Esta hubiera sido una dolorosa responsabilidad personal pero eficaz.

En todo caso convendrá aprender de los errores pues puede ser que todavía haya más fuegos que tengamos que apagar antes de que las vacunas logren su efecto.

El artículo de referencia terminaba con esta frase: “En definitiva, no tenemos que invitar a nuestros hogares en esta Navidad a la covid-19.

Pues eso, no volvamos a invitarla.

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