domingo, 7 de marzo de 2021

MUJER

 


He pensado algo el título de este artículo – homenaje a la mujer. “Mujeres” “La mujer” “Ellas”… y finalmente me he inclinado por el más auténtico y contundente, sin ningún artículo, preposición, adverbio, adjetivo que lo contamine. “Mujer” sin más.

Cuando se habla de la mujer se puede caer en el vicio de la blandenguería o exageración. Los muros de las redes sociales están repletos de ellos. Sentencias de portales al efecto que buscan múltiples compartires o megustaren para obtener beneficios publicitarios y que sin embargo mueven y conmueven los sentimientos de hombres, pero sobre todo de mujeres.

Y no es necesario recurrir a estos tópicos rosas para expresar a la mujer el homenaje que como género humano se merece. Solamente la relegación social y familiar que desde el principio de los tiempos ha tenido y tiene que soportar en beneficio del otro género ya lo justifica. Si a esto añadimos la resistencia social a reconocerlo, aumenta por mucho el escribir humildemente en favor de ellas. Si pensamos en las muchas que se han quedado en el camino de una lentísima igualdad, que no acaba de llegar lo justifica plenamente. Al menos para mí. El ácido sobre los rostros son sobre rostros femeninos, la violación lo es a cuerpos femeninos, la culpa es de esos mismos cuerpos y rostros femeninos. Los masculinos dicen “Sé sumisa”. “No me gusta que en los toros te pongas la minifalda” y otras lindas recomendaciones.

No es necesario tampoco el remitirnos a hechos históricos de agravios constantes y sufrimientos, sino que los palpamos con las yemas de nuestros dedos cada día cuando hojeamos el periódico diario o pulsamos el mando a distancia del televisor o radio para ver y escuchar las novedades, que casi siempre nos trae un 016 sobreimpreso mientras nos relatan los hechos escalofriantes protagonizados por varones enamorados contra sus ciegamente enamoradas parejas. Casi siempre tenemos que oír aquello de que “no existían denuncias previas”. Bien es verdad que un porcentaje de esos varones se ha quitado después la vida, nunca o casi nunca antes. A veces, muchas, esos escalofriantes hechos varoniles han acompañado a agresiones o muertes de sus hijos comunes sabedores de que la mujer es carne del hijo como el hijo es carne de la mujer y que haciéndolo se lo hace a ella multiplicado. Eso, digo pasa ahora mismo, en el momento que estoy contándolo como pasaba en el XIX. Con la diferencia de la actual “insumisión” de la mujer que ha aumentado el derramamiento de sangre inocente y valiente. “Se sumisa” aconsejan algunos sin darse cuenta que la sumisión de siglos no ha cambiado nada. “Invierte el orden” habría que decir al varón herido de orgullo que se inmola tras haber matado a su mujer e hijos. Esto arreglaría algo más, si bien no todo, evidentemente.

Se detiene, juzga y encarcela a las FEME que lucen pechos en las protestas ciudadanas por exhibicionismo y se hace lo mismo con el varón que se exhibe ante otras mujeres o niños para satisfacer su sexualidad sin importarle a quién denigren con ello. Y los jueces equiparan los dos delitos, como si fuera lo mismo.

La mujer sigue sin defenderse suficientemente. Sigue confiando en los demás. No admite que digas que el hombre es un machista impenitente porque te dirá que no todos. “Quiero decir públicamente lo maravilloso y amante esposo que eres y que haces que mi vida sea una felicidad completa” dicen algunas publicaciones en las redes sociales. Mientras, hace la compra y la comida y todo lo demás. El maestro hablará mil veces con la madre de la evolución de sus hijos mientras que no conseguirá conocer personalmente al padre en todo el periodo de escolarización de éstos.

Y además, ella será positiva, llevará el consuelo a la familia cuando lo necesite y callará sus propios desconsuelos mientras pueda.

“Me avergüenzo de pertenecer al género masculino” pienso cuando veo sobreimpreso un 016. “No, no. No lo hagas. Eres necesario, importante. No todos son como aquellos maltratadores y asesinos. Son los menos”. Me dirá alguna, sin por ello disminuir mi sensación de culpabilidad… de género que no de persona, aunque algo también por la sensación de no hacer todo lo que se podría.

Es cuestión cultural. Me volvería a echar un cable para mi descargo alguna

La primera publicación de este artículo en el blog Cajón de Sastre fue el 20 Noviembre 2013

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