No hace tanto, cuando fui a cumplir con la obligación anual de revisar mi viejo vehículo en la ITV para poder seguir circulando, casi quedo en ridículo cuando el técnico me pidió que tocara el pito (claxon) pues dudé por unos interminables segundos dónde se encontraba el pulsador.
De hecho, pudieron pasar uno o dos años después de que adquiriera el coche sin que supiera dónde estaba el dispositivo, si en la palanca del volante, como mi coche anterior o, como así era, en el mismo volante. Y es que utilizo en poquísimas ocasiones este para el técnico importante elemento de seguridad aunque no tanto para mí.
Esto contrasta con el pito fácil de muchísimos conductores
de ambos sexos, pero sobre todo varones a los que muy a menudo se le va la mano
sola al claxon (pito) con cualquier excusa.
Veo conductores que pitan cuando van a rebasar un cruce sin
visibilidad o a doblar una esquina. Como ya tocaron el pito pueden pasar a
velocidad inadecuada por el lugar sin molestarse en mirar si circula alguien
con el que puedan colisionar o si va a pasar algún indefenso peatón. ¡Ya he pitado
y basta! Parecen decir. Las demás precauciones sobran.
Ni tanto ni tan calvo. No está mal que sepamos manejar bien
nuestro propio vehículo, desde luego. Así como que la precaución en los cruces
no depende del pitar, precisamente.
Hay algo tan innecesario como inadecuado, me refiero a pitar
nerviosamente cuando no agresivamente cuando hemos cometido algún error en la conducción que otro conductor ha
sufrido por nuestro mal proceder. A pesar de haber superado por suerte con éxito el momento de peligro, pitan y pitan regañando como si
fuésemos un niño mal criado y descarado. Veamos. Se ha cometido un error,
incluso una infracción. Alguien pudo estar en peligro debido a esto. Se
solventó en el último segundo y no pasó nada o res como dirían los valencianos. ¿Qué sentido tiene regañar tocando insistentemente el claxon a quien, con
seguridad está apabullado, avergonzado con lo que acaba de hacer y de buena gana le pagaría
una caña al ofendido para poder pedirle perdón?. Ya es consciente que lo hizo
mal, que deberá poner más cuidado. El pito aquí sólo podrá servir para enconar,
para irritar. No solucionará nada de nada. Si se hubiera avisado con el claxon
antes del hecho podría haber sido útil, pero después…
Y por no decir que nos pitaron porque a criterio del pitador o pitante íbamos lentos…Nos acordamos de aquello de ¡no me toques el pito, que me irrito!
Una vez circulaba yo
por el carril central en una autovía de tres carriles y repentinamente la
Guardia Civil de Tráfico me rebasó por la izquierda y, cuando circulaba a mi
altura me indicaron con gestos que debía usar el carril derecho. Lo entendí
perfectamente. No necesitaron asustarme con el claxon. Porque esa es otra, a
veces pitan a uno y nos sobresaltamos varios, incluso algún que otro viandante
que circula por la acera tan tranquilo.
Bueno, al menos habrá que reconocer que en el pueblo no
suele darse toda esa casuística que acabo de soltar, pero, vamos, tenemos la
nuestra, por ejemplo, la caravana que pitando nos anuncian la buena nueva de la
boda de nuestros amigos por todos los rincones arriba y abajo.
Pero eso es otra cosa.
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